El episodio de Elogio de la
Luz presenta una reflexión sobre cómo el arquitecto puede llegar a entender
la relación entre historia, contexto y modernidad a través de las dos obras
emblemáticas que nos muestran en este episodio: el Museo de Arte Romano de
Mérida y el Kursaal de San Sebastián. Lo que representa el Museo de Arte Romano
de Mérida es, la manera en que Moneo dialoga con el pasado mediante una
arquitectura que lo que hace es respetar e interpretar la memoria histórica. En
cambio, el Kursaal de San Sebastián, manifiesta una visión contemporánea donde
el arquitecto se relaciona con el paisaje natural y marítimo a través de una
forma abstracta y luminosa.
Ambas opciones pueden
descubrirnos qué, en efecto, a pesar de ser pictóricas de entornos tan
diferentes, comparten una visión arquitectónica en busca de iluminar con su
sensibilidad intelectual y genuina el espíritu de cada uno.
La primera proposición es
presentada como una reinterpretación con respeto a su legado, una manera de
fusionar materiales y escala para hacer recordar el mundo romano, pero no
recayera en mera imitación.
Se observa la evidencia de esta proposición
en la utilización del ladrillo, en la secuencia rítmica, y en los grandes arcos
internos que circundan, de manera que envuelven todo con una sensación de
solemnidad casi espiritual. En la película, la manera en que Moneo entiende la
luz y el vacío como instrumentos para conectar con el pasado y con el presente
es subrayada, de manera tal que las piezas arqueológicas puedan respirar dentro
de un contenedor arquitectónico. Esta obra también demuestra su aptitud para
investigar y comprender aquello en la historia y transformarlo en arquitectura
del presente.
La segunda proposición demuestra
que Kursaal de San Sebastián replantea un reto absolutamente diferente: deben
construirse una obra de arquitectura contemporánea en acuerdo con la naturaleza
del litoral, con la luz del Atlántico y con la vitalidad de la ciudad.
Esta tesis se demuestra en la
obra de los volúmenes prismáticos, “dos rocas varadas”, donde a través de
superficies translúcídas, la luz natural es capturada. En “Elogio de la Luz” se
destaca la preocupación de Moneo de no sólo ubicar la arquitectura en un
espacio, sino de insertarla de manera activa en él, dejando única y
exclusivamente a la luminosidad marina transformar la obra en función de su
paso diario. Esta obra de arte demuestra la pericia de exprear la modernidad a
través de no perder la sensibilidad con el entorno.
En resumen, el capítulo muestra
que las dos obras, a pesar de ser muy diferentes en forma, material y
propósito, expresan la misma inquietud de Moneo por comprender el lugar y
brindarle una respuesta arquitectónica precisa y significativa. La evidencia de
la afirmación está en cómo Mérida y San Sebastián, mediante estos proyectos,
muestran la habilidad del arquitecto para dar luz a la esencia de cada
contexto: el paisaje en el Kursaal y la historia en el Museo Romano. Elogio de
la Luz muestra a Moneo como un creador que transforma la arquitectura en un
vínculo entre la luz, la memoria y lo que vive el ser humano.
Comentarios
Publicar un comentario