Cuando comencé a ver Baraka, mi
mente automáticamente pensó, “esto será otra película más, de mala calidad
comparada con las de ahora”. Pero a medida que progresaban los minutos, me fui
enamorando de su estructura, su composición, su mensaje. Me di cuenta de que no
era una película cualquiera, era una obra que nos representa, no solo como
seres humanos, sino como una generación evolucionaria.
Desde el principio se muestran
tribus, religiones, naturaleza, personas, todos haciendo cosas que los
representan como humanos. Cosas que una generación que no ha evolucionado no
haría. Muchas de esas escenas, para nosotros (en esta parte del mundo) pueden
parecer raras o poco comunes. Pero ese es el encanto, lo que para nosotros es
extraño, para ellos es normal. La cámara logra capturar esa esencia humana en
su estado más puro, sin actuación ni mentiras. Solo la verdad.
Algo que me impactó profundamente
fue ver cómo la naturaleza y la ciudad no coexisten, viven separadas, ajenas la
una de la otra. Y aquí nace la pregunta que siempre ha estado en mi mente, pero
que hoy me grita, ¿Por qué la naturaleza debe adaptarse a nosotros y no
nosotros a ella?
No debería ser así. Montañas,
árboles, volcanes, mares, toda esa grandeza debería ser respetada, admirada. No
destruida para dar paso a concreto y autopistas. No estoy diciendo que nuestra
evolución ha sido negativa, pero sí creo que debemos detenernos un momento a
reflexionar: ¿vale la pena la destrucción que causamos para
"progresar"? ¿De verdad?
Las tribus son el ejemplo perfecto
de adaptación y respeto por el entorno. Personalmente, no elegiría ese estilo
de vida, pero sí los respeto mucho por cómo entienden y honran la naturaleza. Sin
embargo, nosotros la encerramos en parques y la limitamos a pequeños espacios
en las ciudades, impidiéndole expresarse en su máxima plenitud.
Pero también reconozco algo, lo que
hemos creado como humanidad es impresionante. A veces me detengo frente
a un edificio gigante y pienso, “¿cómo es posible que, siendo tan pequeños,
hayamos construido esto?”
Hay una belleza en la arquitectura,
en la ingeniería, en nuestras capacidades. Hemos creado maravillas. Pero al
mismo tiempo hemos creado un mundo de caos.
Hoy en día, ni siquiera estamos
seguros en nuestros propios hogares. Llevamos años construyendo una red de
odio, crimen y caos, y lo peor es que lo hemos normalizado. Baraka lo muestra
de forma impresionante. El caos no solo nos afecta a los humanos, sino también
a los animales y a los ecosistemas enteros.
Quien excusa el comportamiento
humano destructivo simplemente no ha querido abrir los ojos. Es hora de un
cambio. No podemos seguir construyendo un mundo hermoso, pero gobernado por el
caos.
Hemos perdido el balance entre el
bien y el mal. En cualquier esquina puede surgir una tragedia, en cualquier
momento puede estallar una guerra que afectará a millones que no tienen voz en
el poder. Aplaudimos cuando los conflictos acaban, pero no nos detenemos a
pensar en las cicatrices que dejan. Y al final, nada cambia.
Es momento de actuar. No basta con
decir que queremos un mundo mejor, hay que demostrarlo.
En fin, Baraka fue una obra de arte. Me
encantó ver tantas culturas distintas en un mismo lugar, y cómo la banda sonora
fue parte esencial para transmitir cada emoción. Cada escena tiene su ritmo, su
tono, y la música supo capturarlo todo. Para mí, eso es importante en una
película, y me alegra que esta lo haya hecho tan bien.
Superó mis expectativas al 100%.
Espero que muchas más personas puedan verla y sentirla como yo la sentí.
Gracias por leer este primer post
del blog. Nos vemos en los próximos capítulos!
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